Este año, la
Casa museo Unamuno, se suma al proyecto "Las Llaves de la ciudad", para dar a
conocer la casa del escritor.
La visita
consistió en un recital de poesía y el recorrido por las principales estancias
de la casa.
Leyó los poemas:
- Atardecer de estío en Salamanca
- Para después de mi muerte
- Mi Salamanca
- Castilla
- Horas serenas del ocaso breve
- Tu mano es mi destino
Los tres primeros se pueden escuchar en: di tú que he sido...
Estuvo acompañado por el violinista Sergio Fuentes.
La casa
rectoral.
Unamuno
vivió en esta casa convertida hoy en museo, desde 1900 hasta 1914, en que fue
destituido.
Alberga la
cátedra Unamuno y la fundación que lleva su nombre. Como nota curiosa destacar
que el único rector que vivió en esta casa, fue él, porque los demás eran de
Salamanca y tenían casa propia en la ciudad.
En 1953,
esta casa rectoral, pasó a ser la casa Museo Unamuno, dirigida en primer lugar
por su hija Felisa.
Todo lo que
hay aquí de D. Miguel se trajo de la casa de la calle Bordadores, que fue donde
habitó hasta morir, el 31 de diciembre de 1936.
En su casa
museo visitamos su biblioteca, su despacho y su habitación, donde están
expuestas sus gafas, su biblia, un bombín, la cruz que le había regalado su
hermana monja y la toga muy gastada de rector.
En la
habitación, además de la cama, hay un atril ideado por D. Miguel para leer y
escribir en la cama.
En sus
paredes cuelga una reproducción del Cristo de Velázquez, al que dedica un libro
de poemas.
En el museo
se guarda y atesora, el legado de D. Miguel, que no para de crecer, pues siguen
saliendo a la luz, dibujos, libros anotados, fotografías, orlas, etc.
Después de
este año dedicado al 75 aniversario de la muerte del escritor, está más vivo
que nunca.
Os dejo el soneto "La parra de mi balcón" con el que vuelvo a reivindicar al Unamuno poeta.
Parra que todavía existe, viva, muy viva, y que cambia con las estaciones y me imagino que seguirá dando sus frutos, como cuando vivía D. Miguel que aprovisionaba de uvas a sus hijos.
Usted también está vivo en el corazón de ¡tantos salmantinos!.
Usted también está vivo en el corazón de ¡tantos salmantinos!.
La Parra de
mi balcón
El sol de
otoño ciernes de mi alcoba
en el ancho
balcón, rectoral parra
que de
zarcillos con la tierna garra
prendes su
hierro. Y rimo alguna trova
en ratos que
el oficio no me roba
a tu
susurro, de esta tierra charra
viejo eco de
canción. No irán a jarra
cual las que
sufren del lagar la soba,
parra de mi
balcón, tus verdes uvas;
para mi mesa
guardo los opimos
frutos del
sol de otoño bien repletos;
no quiero
que prensados en las cubas
de vino se
confundan mis racimos
y con ellos
se pierdan mis sonetos.
0 comentarios:
Publicar un comentario