La 12
edición de “ Las llaves de la ciudad ” abre sus puertas un año más, presentando
espacios nuevos.
La Casa de
Santa Teresa, es uno de ellos. Es un lugar que encierra los secretos de la vida
de dos religiosas excepcionales:
Santa Teresa
de Jesús y Bonifacia Rodríguez de
Castro.
Como
anécdota os contaré que queriendo visitar la Casa de Sta Teresa, sin buscarlo,
conocí a Bonifacia, convertida desde el año pasado en Primera Santa salmantina.
Habitaron
una casa austera y sencilla, con un patio central que transmite mucha paz.
En ella encontramos la estancia donde Teresa de Jesús escribió, en Abril de 1571, su poema: “ Vivo sin vivir en mí “.
Vivo sin
vivir en mí
y tan alta
vida espero
que muero
porque no muero.
Vivo ya
fuera de mí
después que
muero de amor
porque vivo
en el Señor
que me quiso
para sí.
Cuando el
corazón le di
puso en él
este letrero:
que muero
porque no muero.
Esta divina
prisión
del amor con
que yo vivo
ha hecho a
Dios mi cautivo
y libre mi
corazón;
Y causa en
mí tal pasión
ver a Dios
mi prisionero,
que muero
porque no muero.
Esta casa se la cede su cuñado para que funde en Salamanca.
La primera
noche la pasó acompañada por otra religiosa que tenía mucho miedo, la casa
había estado habitada por estudiantes, y temía que alguno se hubiera quedado
escondido entre sus muros.
Durmieron
sobre unas pajas y tapadas con unas mantas que le habían cedido.
En su libro
de las Fundaciones dirá: La casa era muy grande y destartalada y con muchos
desvanes…
De Bonifacia,
se conserva intacto el taller de costura donde ella se reunía con las mujeres
que querían aprender a coser y a bordar para tener un oficio y que pudieran
ganarse honradamente el pan con su
trabajo.
Este espacio me inspiró estos humildes versos:
¡todo habla
de ti!
la casa, el
patio, sus columnas, el pozo…
tu taller,
las máquinas y las bobinas de colores
que imagino,
ponían un
poco de alegría en el corazón
de las
aprendizas, que gozaron de tu bondad.
Bonifacia,
figura pequeña que atrapa.
Elena Díaz Santana
Con quince años, tras la muerte de su padre, debe
ayudar a su madre económicamente, por lo que trabaja de cordonera, no
descuidando por ello su formación religiosa, a la sombra de los jesuitas.
Jesuita será
el director espiritual de Bonifacia, Francisco Butunyá, que le insta a que
funden una congregación orientada a la mujer trabajadora.
Las casas de
la congregación se llamaron: Talleres de Nazaret.
Conclusión:
Obra
teatralizada interpretada magistralmente por tres actores, que representan a
Santa Teresa, al jesuita Francisco
Butinyá, y al dueño de la casa.
Acercaos
hasta la casa, aunque se termine la propuesta de las llaves de la ciudad, pues
es una casa museo abierta al público todo el año, merece le pena.
Estoy segura
de que su visita no os dejará indiferentes.
Para
Bonifacia, desde este blog, un pequeño homenaje.
¡Enhorabuena Bonifacia!
pues con tu
vida abnegada,
has llegado
a ser reconocida
como la
fundadora de Las Siervas de San José.
Reconocimiento
por el que
tanto sufriste en silencio.
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