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domingo, 11 de noviembre de 2012

Las Llaves de la Ciudad: Casa de Sta. Teresa


La 12 edición de “ Las llaves de la ciudad ” abre sus puertas un año más, presentando espacios nuevos.
La Casa de Santa Teresa, es uno de ellos. Es un lugar que encierra los secretos de la vida de dos religiosas excepcionales:
Santa Teresa de Jesús  y Bonifacia Rodríguez de Castro.













Como anécdota os contaré que queriendo visitar la Casa de Sta Teresa, sin buscarlo, conocí a Bonifacia, convertida desde el año pasado en Primera Santa salmantina.

Habitaron una casa austera y sencilla, con un patio central que transmite mucha paz.





En ella encontramos la estancia donde Teresa de Jesús escribió, en Abril de 1571, su poema: “ Vivo sin vivir en mí “.

Vivo sin vivir en mí 
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor
porque vivo en el Señor
que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di
puso en él este letrero:
que muero porque no muero.
Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.


Esta  casa se la cede su cuñado para que funde en Salamanca.
La primera noche la pasó acompañada por otra religiosa que tenía mucho miedo, la casa había estado habitada por estudiantes, y temía que alguno se hubiera quedado escondido entre sus muros.
Durmieron sobre unas pajas y tapadas con unas mantas que le habían cedido.
En su libro de las Fundaciones dirá: La casa era muy grande y destartalada y con muchos desvanes…

De Bonifacia, se conserva intacto el taller de costura donde ella se reunía con las mujeres que querían aprender a coser y a bordar para tener un oficio y que pudieran ganarse  honradamente el pan con su trabajo.

Este espacio me inspiró estos humildes versos:


 

En cuanto pasas su umbral
¡todo habla de ti!
la casa, el patio, sus columnas, el pozo…
tu taller, las máquinas y las bobinas de colores
que imagino,
ponían un poco de alegría en el corazón
de las aprendizas, que gozaron de tu bondad.
Bonifacia, figura pequeña que atrapa.

                                                                           Elena Díaz Santana

Con quince años, tras la muerte de su padre, debe ayudar a su madre económicamente, por lo que trabaja de cordonera, no descuidando por ello su formación religiosa, a la sombra de los jesuitas.
Jesuita será el director espiritual de Bonifacia, Francisco Butunyá, que le insta a que funden una congregación orientada a la mujer trabajadora.
Las casas de la congregación se llamaron: Talleres de Nazaret.

Conclusión:
Obra teatralizada interpretada magistralmente por tres actores, que representan a Santa Teresa,  al jesuita Francisco Butinyá, y al dueño de la casa.   



Acercaos hasta la casa, aunque se termine la propuesta de las llaves de la ciudad, pues es una casa museo abierta al público todo el año, merece le pena.
Estoy segura de que su visita no os dejará indiferentes.

Para Bonifacia, desde este blog, un pequeño homenaje.

¡Enhorabuena Bonifacia!
pues con tu vida abnegada,
has llegado a ser reconocida
como la fundadora de Las Siervas de San José.
Reconocimiento
por el que tanto sufriste en silencio.

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