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domingo, 24 de mayo de 2015

40 años de Sepulcro en Tarquinia: Homenaje a Antonio Colinas

Queridos amigos, hoy me acerco a vosotros para homenajear en este espacio al poeta Antonio Colinas por el 40 aniversario de la publicación de Sepulcro en Tarquinia.

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Me hago eco aquí también del sentido homenaje que 55 poetas han hecho a dicho poemario y a su autor en Bajo las raíces, coordinado extraordinariamente por el poeta Ben Clark. Aportando cada autor un poema con lo que le sugieren los versos de Sepulcro en Tarquinia.
  
Bajo  las raíces aporta el sentir y el pensar de esos 55 poetas que han puesto en valor la vigencia que sigue teniendo este poemario de Colinas, 40 años después de haber sido escrito.
Aniversario éste para releer Sepulcro en Tarquinia, para volver a pasar por sus versos, a sentir con él, volver a descubrir y un poco a descubrirnos.

A mi modo de ver, Bajo las raíces aporta una visión actual de dicho poemario, con él dialogan poetas de varias generaciones y estéticas como: Pablo García Baena, Francisco Brines, Antonio Gamoneda, Clara Janés, José Luis Puerto, Antonio S. Zamarreño, etc,   otros más jóvenes como Asunción Escribano, Mª Ángeles Pérez López, Elena Díaz Santana, José Antonio González Iglesias, Raquel Lanseros, o más jóvenes aún como Andrés Catalán o Ben Clark coordinador de esta cuidadísima edición que ha publicado La Isla de Siltolá.

Sepulcro en Tarquinía regresa siempre, como clásico que es, Carlos Aganzo lo define: “Clásico de piedra caliente, de piedra porosa como esa que lleva siempre Antonio Colinas, flotando en el alma y sosteniendo los montes de sus paisajes interiores.

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Sepulcro en Tarquinia cumple cuatro décadas.

Este libro se halla inevitablemente unido a una ciudad que A. Colinas ama mucho, Bérgamo, sobre todo, porque en ella fue escrito a lo largo de casi cuatro años.

Dice su autor:
“Pensar en su escritura es recordarme en el Caffé  del Tasso de la Piazza Vecchia, o en el Albergo del Agnello d’Oro, lugares donde lo fui elaborando y puliendo en horas de recogimiento.”

Es un libro escrito en Italia, pero no exclusivamente sobre Italia.
Lo más importante es su contenido, que responde a una etapa crucial e importantísima de mi vida, llena de bellos y de graves momentos, de un aprendizaje y de una intensidad vitales, que solo se cerrarían con mi regreso a España en el otoño de 1974.

Acaso el tema esencial de este libro sea el diálogo del mundo latino y su espíritu con mis raíces, con ese noroeste español de las tierras de León, al que tanto debo. Ambos espacios se comunican y dialogan a través de la romanidad.

O romanización, como dirá Francisco Brines, que abre el libro homenaje con su poema- prólogo donde queda de manifiesto que la unión de esos dos mundos en apariencia antagónicos no puede ser otra que la romanización.

Las raíces y la universalidad que yo he querido dar siempre a mi poesía se ofrecen, pues, aquí en un diálogo fértil, de una manera muy contrastada.

Carlos Aganzo  en un artículo publicado en el Norte de Castilla en la sección: La sombra del ciprés, dedicada a Antonio Colinas, en su artículo, Este viejo poema que siempre regresa”, dirá de Sepulcro en Tarquinia que seguramente sea el libro más emblemático del poeta.

En una de las críticas más certeras de este libro que Colinas publicó con 29 años, José Olivio Jiménez destaca la decantación “ más depurada y a la vez humanamente  temblorosa del lirismo total de su autor, entendiéndose por -lirismo total- la impregnación decisiva y de acento sin temores románticos que el espíritu obra sobre todos los materiales que contempla, palpa o maneja” Un lirismo perfectamente compatible por no decir complementario con ese llamado “culturalismo” que marcó también una época.

Angélica Tanarro en su artículo: El mediterráneo en el Colinas más esencial, publicado en El Norte de Castilla dirá con respecto  a este tema que nos ocupa del culturalismo:
Cuando se habla de Colinas, siempre se recuerda su adscripción a los novísimos, pese a no figurar en la famosa antología de Castellet  pero Colinas se diferencia de ellos, la diferencia es la vida.
Mientras muchas de las referencias culturalistas de la poesía así clasificada tenían carácter intelectual, procedían del conocimiento y el estudio, en su caso se adscriben a las vivencias del momento. Colinas está viviendo el encuentro con ese mundo  mediterráneo  que reflejan los versos, no solo la ciudad de la famosa necrópolis  etrusca, no solo el camino que semanalmente cubría desde Milán a Bérgamo, sino el Lacio o el mar de Monterosso.

“Fueron días, años muy difíciles para mí, y a la vez muy hermosos, pero el poder transmutador de la palabra sanaba y salvaba”

Fueron tiempos muy duros aquellos, parecidos
a heridas que sangraban solo música 
para a la vez sanarme y enfermarme,
para enfermarme y sanarme.

Según Tanarro, hay libros que nacen bendecidos o con la suerte de cara porque aparecen en un momento significativo de la trayectoria de su autor, o porque el momento  de su recepción es el idóneo a su fondo y forma.

El mismo Colinas reconoce que fue un libro con fortuna porque enseguida obtuvo el Premio Nacional de la Crítica y sobre todo porque ha tenido muchos y muy fervorosos lectores (y esto quizás es lo más importante para mí).

Sigue diciendo el poeta: “Me consta que la lectura de Sepulcro en Tarquinia ha ido unida a la experiencia vital, creativa o simplemente lectora de muchas personas y ello ya es suficiente para que su autor se sienta  orgulloso de él”.

Estas palabras de Colinas cobran vigencia ahora que 55 poetas, se han unido para homenajear o mejor celebrar los 40 años de Sepulcro en Tarquinia, ofreciéndole el fruto del diálogo de cada poeta con su obra ya clásica, dando como resultado un libro sorprendente: Bajo las raíces.

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Para terminar no me queda más que felicitar al poeta Antonio Colinas por este 40 aniversario y por la vigencia del mismo después de estas cuatro décadas, por darnos la oportunidad de dialogar con su obra y releer sintiendo sus versos a los que el paso del tiempo no han restado un ápice de interés.
Gracias por mantenerte hasta hoy fiel a ti mismo y a tu voz, donde encontramos emoción, intensidad, orfismo, pureza formal, libertad de pensamiento, reflexión, lo mistérico, la meditación, etc.

Hago mías, las palabras que te dedica en el Norte de Castilla José María Álvarez en el artículo Encuentro con Colinas: “Cuando uno te lee, no ve al poeta escribiendo y queriendo decir esto o aquello; ve imágenes, palabras que recrean el mundo, y sin autor: las ha escrito la Vida y son la Vida”.

El poema: ¿Qué fue de aquellas músicas?
Lo escribe Colinas para cerrar Bajo las raíces, un poema en el que el poeta vuelve mentalmente al escenario donde escribió Sepulcro en Tarquinia, es un poema evocador en el que el poeta se hace  preguntas y con la distancia temporal encuentra también certezas, de sus cuatro años en Italia. El poeta sale reforzado.
Toma de Sepulcro en Tarquinia, los versos: La música te hacía estremecer, /si llorabas.

Ésta es su última estrofa:
Qué fue de aquellas músicas de un tiempo/ en Europa, las de mi juventud?/Me extraviaron, me hicieron perder/ la razón.
Mas, perdiéndola,/ encontré otra razón más poderosa/ para mi vida./ Desde entonces,/ creí en algo más que en la ceniza/ y mi razón no es ya/ razón para la muerte.

Gracias a Ben Clark por Bajo las raíces una joya de libro que nos acerca a Sepulcro en Tarquinia y lo reinterpreta ayudándose de 55 miradas.

¡Enhorabuena Antonio!

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