jueves, 31 de julio de 2014
Canciones para una música silente. Antonio Colinas
domingo, 13 de julio de 2014
Mi homenaje a Pepita Sánchez Sousa, la niña de 91 años.
Queridos amigos que seguís mi blog.
Después de estos días de silencio, quiero asomarme de nuevo a estas páginas, para rendir un pequeño homenaje a mi querida poeta Pepita Sánchez Sousa.
Que allá donde estés recibas mi cariño.
Así fue nuestra historia…
Conocí a Pepita en la última salida que se hizo con Salamanca letra contemporánea, con el tema: La Salamanca desaparecida, allá por el 2011.
Si queréis que os diga la verdad, del grupo que asistimos a esa salida, solo me acuerdo de ella. Ya desde el primer día que la conocí, me llamó la atención: cómo intervenía, como opinaba…
El paseo discurrió por la Vaguada de la Palma, un sitio nada céntrico, pero a ella no se le ponía nada por delante, a pesar de su edad, ochenta y nueve años. Cuando terminó era bastante tarde.
Recuerdo cómo sin conocernos de nada, le ofrecí mi brazo para que se apoyara y fuimos hablando enganchadas como si nos conociéramos de toda la vida. Le acompañé hasta la Plaza Mayor, allí nos despedimos.
Yo había leído hacía unos pocos meses en el periódico, la noticia de que una señora de casi noventa años, había publicado un libro de poesía, y que se lo había prologado el profesor de literatura de la USAL, Antonio Sánchez Zamarreño, até cabos y llegué a la conclusión de que tal vez era ella esa señora a la que le habían publicado ese libro.
Se lo pregunté y me dijo que sí, ese fue nuestro tema de conversación hasta que nos despedimos.
Veía en la publicación de ese libro de poemas, el mayor regalo que le había hecho la vida.
Ella no daba crédito a los que el profesor Sánchez Zamarreño decía en el prólogo sobre su poesía.
¿Esa soy yo? se preguntaba y terminaba diciendo la frase que siempre asomaba a sus labios cuando alguien la elogiaba: “ Si solo soy Pepita…”
Fruto del encuentro con esta persona maravillosa y genial a la que había conocido, nació un sencillo poema, en el que le expreso mi admiración.
Los frutos de la siembra
Has descubierto ser poeta
cuando el otoño de tu vida
anida en ti.
Eres grande en tu aparente pequeñez
un gigante extraordinario
al lado de quien nutrirme.
Quién dice que tú,
pequeña, menuda, senil,
encierras lo que encierras,
un alma grande,
unos ojos despiertos ante la vida,
la seguridad de saberte ya poeta,
sin nada que perder.
Te veo recogiendo
los frutos de la siembra,
que aunque ha sido larga,
ha merecido la pena.
¡Pepita poeta!
aunque no lo supieras.
Nuestro segundo encuentro fue fortuito, en la calle, pues vivíamos relativamente cerca. Nos saludamos con mucho cariño, pero mi cariño era ya admiración hacia su persona. Me conquistó su optimismo, su alegría, su vitalidad y sobre todo… el amor con el que hablaba de los grupos de poesía a los que pertenecía, a los que no faltaba y con los que mantuvo su compromiso hasta el final.
Ella me animó a que me apuntara a algún grupo y fuimos compañeras en Pentadrama. Me alegro mucho de ello porque nos permitió disfrutar juntas de muchas actividades y compartir talleres y encuentros literarios donde lo pasábamos muy bien.