Escribir es una amenaza, si publicas te quitan la pensión.
Este es el titular sorprendente del periódico El Español, pero no por ello falto a la verdad.
Estos días las aguas andan revueltas en el mundo de la cultura, por ver los escritores jubilados, amenazada su vida laboral por la persecución ejercida sobre ellos por la Seguridad Social.
En esta entrada en mi blog, voy a dar voz a ciertos escritores que se encuentran en esta situación, y que ellos mismos denuncian en diversos medios.
Javier Reverte, Madrid 1944.
Escritor y periodista jubilado que quiere disfrutar de sus derechos reconocidos como profesional de la información.
Javier Reverte es un elemento problemático para la Seguridad Social, un estafador que quiere recoger su cotización y su derecho a una vida digna y hacerlo compatible con su actividad como autor de libros de viajes y novelas.
Javier Reverte no podrá percibir los beneficios generados por su trabajo. En una carta de la Seguridad Social se le comunica que debe devolver todo lo que ha recibido por los últimos cuatro años de pensión.
Al cruzar sus datos el ministerio de Hacienda y la Seguridad Social comprueban que ingresa más como novelista que como pensionista.
Según la ley que entró en vigor en enero de 2013 no se puede superar el salario mínimo interprofesional, es decir 9.000 euros. Hacienda no consiente que sus derechos de autor no sean declarados. Con autores como él Hacienda recauda más de un 40% de todo lo generado.
Presión, amenaza y miedo, esto es lo que se repite en todo los escritores mayores de 65 años con pensión tras la entrada en vigor de esta ley.
Condenados a dejar de crear, los escritores, músicos y artistas entienden esta nueva medida del gobierno del PP como una nueva línea de acoso y derribo contra la cultura.
Luis Mateo Díez:
Con más de 40 novelas, poesía y teatro, declara que es patético lo que está pasando. Él ha cotizado 40 años como funcionario y recibe una pensión de 2ooo euros.
Le duele que los derechos de autor de sus obras terminen extinguiéndose al convertirse en dominio público, le duele que queden libres de reconocimiento con compensación a su autor, a los 70 años de su fallecimiento. Le duele que sus herederos pierdan los frutos de su trabajo creativo y no se tenga consideración:”Esto es miserable, contribuimos al bien de la nación”,
En Salamanca, Antonio Colinas (La Bañeza, León 1946)
Uno de los poetas y traductores más concienzudos, una voz que es reclamada para dar conferencias y recitales, debe rechazar aparecer en público y cobrar por miedo a las sanciones.
“Hay en España una manera muy especial de venerar: perseguir y abatir septuagenarios intelectuales”.
“No puedo renunciar a mi pensión por muy pequeña que sea, pero debo renunciar a mi trabajo para calibrar”.
Tiene la impresión de que en la Seguridad Social creen que los escritores son personajes de las revistas del corazón. Les recriminaron por exigir lo que es suyo, o sea, sus derechos de autor y su pensión. Antonio quiere seguir vivo, quiere seguir escribiendo, disfrutando de sus emociones, de su creatividad, quiere compartirlas. “Nos habían dicho que la pensión era inviolable”, pero lo inmoral es el desprecio.
Por su parte José Mª Guelbenzu, Madrid, 1944
Con casi 30 libros publicados dice que “Ha sido la legislatura en la que la política ha perdido el respeto a la cultura”, “ todo escritor quiere seguir escribiendo, esto es una ratería absoluta”
“Es inconcebible. Un país que se dedica a fardar de sus artistas, es bastante lamentable que nos reduzcan a la pobreza, como a tanta gente”.
Para construir la cultura nacional el escritor debe renunciar a ella. Para aportar al desarrollo intelectual de un país debe hacerlo en la clandestinidad.
Para ser un escritor mayor de 65 años- después de haber tenido un salario intermitente durante toda su carrera- debe estar preparado para la supervivencia. Frio y hambre: los libros ya no nos pueden defender ni mantener.
Antonio Gamoneda, Oviedo 1931.
En El Norte de Castilla se expresa en el mismo sentido y dice el poeta que: ”Dejará de escribir si tiene que renunciar a los derechos de autor”, pues “con lo que gano con mi escritura no puedo vivir”.
Se da la circunstancia que Antonio Gamoneda , junto al también poeta Caballero Bonald, son los dos primeros casos que han sido denunciados desde el ministerio de Hacienda.
Opina Gamoneda: ”Es una legislación absurda, injusta y destructiva de la cultura. Si termina imponiéndose ¿qué vamos a hacer los escritores, los científicos y los creadores? Es un disparate”.
Son muchas las voces acreditadas intelectualmente, que están dando su opinión contra esta medida que la mayoría califica de absurda y de sinsentido. Francisco Blanco Prieto en su blog: “Itinerario de vidas y opiniones” también se hace eco de esta ley que sobrevuela sobre nuestro creadores en un artículo titulado: ¿ Jubilación o Creación? Donde habla de “golpe bajo de fatales consecuencias para el desarrollo intelectual del país, que impide a muchos autores seguir escribiendo en el momento de mayor experiencia personal, madurez creativa y sabiduría literaria, privando a la sociedad de sus aportaciones, pues la mayoría de ellos perciben pensiones por haber trabajado en oficios ajenos a la actividad literaria, compaginando ambos trabajos, privándoles ahora de poder dedicarse a tiempo completo a la escritura para beneficio de todos”.
Tal situación según Blanco Prieto pone de manifiesto:” el desprecio político por la cultura, como idioma universal y bien patrimonial eterno que supera el tiempo, hermana pueblos, poliniza la sociedad, promueve el desarrollo, garantiza libertades , concilia adversidades y hace la vida más serena, complaciente y feliz…”
Manuel Rico publica un artículo titulado: El escritor jubilado ¿enemigo público?
La situación tiene contornos surrealistas y nos aleja de los países más avanzados de la Unión Europea. En concreto los países europeos que permiten compaginar el cobro de las pensiones de jubilación con la realización de trabajos por cuenta propia o por cuenta ajena son los siguientes: Alemania, Francia, Hungría, Suecia, Reino Unido, Australia, Italia, Chequia, Noruega, Portugal, Finlandia, Polonia, Estonia, Chipre, Luxemburgo, Liechtenstein. Es decir los países a los que nos gustaría parecernos y con los que deberíamos compararnos.
Conviene resaltar que un país solvente dese el punto de vista democrático se mide por la capacidad que tiene para aprovechar al máximo y difundir contenidos culturales, para posibilitar que sus creadores vuelquen en la sociedad su experiencia, sobre todo a una edad en que la riqueza de su masa crítica se sustenta en una experiencia insustituible de valor incalculable.
Qué más se puede añadir a lo que han expresado parte de sus afectados directos, sí directos, porque indirectos somos toda la sociedad, receptora en última instancia del arte de estos creadores, ya sea con la pluma, con los pinceles, etc. dejándonos un poco huérfanos, pues sin morir, los condenamos al ostracismo y al silencio y esto creo yo que no lo debemos permitir.
Os necesitamos, así que no os rindáis, seguid luchando por vuestros derechos por el bien de la sociedad.